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El socavón que todos conocían, pero lo ignoraban

Nuevamente la tierra se vino abajo en Zaruma, casi cuatro años después del último colapso. La situación, lejos de cambiar, está demostrando que, si no se detiene la minería ilegal en esta zona, la tragedia será más grande. Los trabajos que se realizan apenas son remiendos en una telaraña de túneles que se riegan debajo de la población.

Hay un trino muy famoso en Twitter que dice “No importa cuando lo leas…”, tal situación ocurrirá. Se lo ha tomado para describir cómo una situación no deja de repetirse por más que se tiene conocimiento y conciencia. “Nuevo socavón en Zaruma”, no importa cuando lo leas…

A finales del año pasado, otra vez se abrió la tierra ante el terror de los habitantes que, a través de videos, documentaban en redes la magnitud de la tragedia. La tierra devorándose casas. Por suerte, en esta ocasión, no hubo víctimas que lamentar, aunque el impacto social es fuerte: el 25% de la ciudad no tiene energía eléctrica permanente y 195 personas siguen damnificadas a causa del hundimiento que ocurrió la noche del 15 de diciembre de 2021. También hay 157 viviendas en riesgo, según el último informe del Servicio Nacional de Gestión de Riesgos y Emergencias al que tuvo acceso Minergía.

Eso llevó al Gobierno a extender por 30 días más el estado de excepción decretado en diciembre, desde el 14 de febrero de 2022. En el documento de la Presidencia remitido a la prensa, se fundamentó la medida “en los hundimientos ocurridos en ese cantón, que afectan los derechos de los habitantes y el patrimonio de la ciudad a causa de la actividad minera ilegal. El objetivo es atender el evento y a los habitantes afectados, así como prevenir situaciones similares en el futuro”.

Un déjà vu. El 15 de septiembre del 2017, a raíz del último socavón que se tragó la Unidad Educativa La Inmaculada Fe y Alegría, ubicada en el centro de Zaruma (Av. 24 de mayo y Ernesto A. Castro), fruto de una cavidad de 10 metros de diámetro, el entonces presidente de turno, Lenín Moreno, declaró el estado de excepción por 60 días en el cantón Zaruma, “para precautelar la integridad de los residentes y enfrentar las secuelas de la minería ilegal, como socavones y hundimientos que se registran en la urbe”. Se parchó el hueco, pero el peligro siguió.

Ya entonces, Revista Minergía había advertido de los peligros de no contar con una política de Estado para proteger a la ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad (decretado por la Unesco en 1998) y una de las zonas mineras más antiguas del país. Así lo decía: “Por sus rincones cargados de historia circulan y conviven diariamente cientos de lugareños, turistas y mineros, quienes saben que Zaruma es una por el día y otra por la noche. Cuando el sol empieza a ocultarse, las luces alumbran las estrechas calles proyectando una imagen de ensueño; mientras decenas de jóvenes -y no tan jóvenes- recorren en sus autos, con los vidrios abajo, celebrando, escuchando música a todo volumen, por un circuito que todos parecen conocer de memoria. Es el punto de encuentro, es la Villa de San Antonio del Cerro de Oro de Zaruma”.

La colina se parece a una mazorca de oro, precisamente el metal que ha afiebrado a miles desde que los españoles empezaran a llegar allí por 1536. Inhalando el aroma a oro, los conquistadores arrancaron con la actividad minera el 8 de diciembre de 1595 cuando fundaron la ciudad. Desde ese instante, las actividades de Zaruma siempre han girado en torno a la búsqueda del metal. Aún después de su independencia, el 26 de noviembre de 1820, la herencia española se mantuvo. Épocas de bonanza. Épocas de crisis. De todo se ha vivido durante más de cuatro siglos. Pero Zaruma enfrenta un problema grave que amenaza, no la actividad minera per sé, sino tragarse al pueblo entero. Por debajo, la encantadora Zaruma parece un queso gruyere.

Y hay que seguir haciendo memoria. El nuevo socavón no es un problema actual, no es un problema que viene desde el 2017, es un problema que se arrastra por más de 40 años, a vista y paciencia de las autoridades de turno. Todas corresponsables.

La fiebre del oro atrajo como moscas a la gente. Primero a los conquistadores españoles, luego a las empresas mineras y después a los saqueadores del metal. Según los registros históricos, los colonizadores utilizaron centenares de esclavos, indios y negros, para los trabajos en las minas. La independencia cerró una etapa de actividad minera, que se retomó 60 años más tarde, cuando entró a trabajar la empresa minera inglesa Great Zaruma Gold Mining. Posteriormente, en 1896, atraída por el potencial aurífero de la zona, la estadounidense South American Development Company (SADCO) desembarcó con sus operaciones.

Tras 54 años, la compañía americana culminó su etapa de aprovechamiento aurífero, dejando la actividad en manos de una compañía nacional llamada CIMA, conformada con el 49% de acciones de exempleados de SADCO y 51% del Municipio de Zaruma. En 1979, CIMA quebró por malas administraciones y un año después pasó a ser parte del Estado; esto generó la creación de pequeños grupos mineros que dieron paso a una actividad denominada como artesanal.

Zaruma comenzó a convertirse entonces en una zona sin Dios ni Ley. Los saqueadores del metal, la llamada minería ilegal, ha venido introduciendo sus tentáculos, sin reglas, sin cuidados. Cabe tomar en cuenta que, con el pasar del tiempo, las condiciones geológicas y de formación del recurso minero, no renovable, se volvieron más difíciles para la extracción. Por lo tanto, por un lado, las actividades legales empezaron a incorporar procesos y tecnología avanzada. Pero, por el otro, la minería ilegal continuó saqueando el metal; bandas organizadas, armadas y cuyos trabajos se desarrollaron con la complicidad, incluso de lugareños, según la información provista por las autoridades, tras las permanentes detenciones a sospechosos.

Esto es otro secreto a voces, a tal punto que el propio presidente actual, Guillermo Lasso, ordenó la inspección casa por casa para identificar acciones ilegales en su interior. La orden del Mandatario estuvo dirigida al alcalde de Zaruma, Jhansy López. “Tenemos que ser claros, tras algunas fachadas de vivienda lo que ahí se realiza son actividades mineras ilegales”, dijo en una conferencia de prensa. Y añadió que, en caso de ser necesario, se envíe toda la documentación a la Fiscalía, con el objetivo de judicializar a las personas que realizan minería ilegal, con la cual están poniendo en riesgo a la ciudad.

Técnicamente, en Zaruma existen vetas epitermales con contenidos de oro importantes. También existen minas que aprovechan minerales de cobre para su extracción, que dependen de un volumen significativo para su rentabilidad económica. El botín atrae a la minería ilegal. En 2017, las autoridades explicaban que los controles habían sido infructuosos debido a la complicidad de familias, miembros de la Policía y de las Fuerzas Armadas e incluso de funcionarios de la Agencia de Regulación y Control Minero. Entonces se había detenido a 23 personas, entre ellas miembros de la Policía, de las FF.AA. y de la Arcom que supuestamente ayudaban en el control. “Hay una estructura mafiosa y delictiva que funciona en torno a eso, pagando a funcionarios por su silencio o comprando explosivos”, sentenciaban. Cuatro años después, la situación persiste.

Incluso con mayor gravedad, hasta el punto que en esta ocasión la resistencia de grupos vinculados a la minería ilegal no ha permitido que se desarrollen las tareas de remediación, llegando, como alertó el Presidente, incluso a detonar explosivos tendientes a impedir al personal efectuar su trabajo. Técnicos de la Arcom y hasta el propio Viceministro de Minas, Xavier Vera, han sido amenazados de muerte, hasta el punto que un vehículo de los trabajadores terminó dinamitado. “Uno de nuestros técnicos fue atacado con cuchillos en el subsuelo de Zaruma. Fue amenazado y resultó con cortaduras en todo su cuerpo. Los sableros se internan debajo de la ciudad por un entramado de cámaras y túneles o acceden al subsuelo desde las propias viviendas en busca de material rico en oro. Los propios moradores de ciertas zonas maltratan y golpean a los ingenieros del Instituto de Investigaciones Geológicas”.

Pero el drama de Zaruma se viene fraguando desde décadas atrás. Ni siquiera la decisión de las autoridades en su momento, que extendieron el área de exclusión para la actividad minera, logró detener la ambición de los llamados “sableros”, bandas estructuradas que siguen saqueando oro camufladamente. Hace algunos años no existía la zona de exclusión en Zaruma por lo que la actividad minera se desarrolló de manera normal cercana o bajo el casco urbano de Zaruma. Con el pasar de los años el crecimiento poblacional y las características geológicas, geomorfológicas y de riesgo observadas en superficie, se generó una zona de exclusión. En 1993, las autoridades delimitaron el área en 70 hectáreas. Para el 2015 pasó a 105 hectáreas y en enero del 2017, mediante Acuerdo Ministerial No. 2017-002, Artículo 2, a 173 hectáreas.

Ya cuatro años atrás, López denunció que había emitido informes ante la Arcom sobre actividades ilegales. La Arcom dijo a Minergía en esa ocasión: “El problema radica en que las vetas mineralizadas están bajo el casco urbano de Zaruma, pasan por la zona céntrica de la ciudad y su valor se estima es más próximo a la superficie. De tal forma que, al existir aún mineral en la zona de exclusión determinada, se ha generado un conflicto por la presencia de sableros, quienes de manera irresponsable e ilegal se internan por diferentes medios a la zona de exclusión con el fin de la obtención del mineral. Esta mala actividad ha creado grupos delincuenciales organizados y peligrosos. Estos grupos trabajan los pilares de sostenimiento de galerías bajo Zaruma que se reflejan en zonas inestables o de fisuramiento en la superficie. Como Agencia se realiza la conformación de grupos técnicos de distintas regionales a nivel nacional para realizar inspecciones permanentes de seguimiento y control en puntos ya identificados de minería ilegal, con la aplicabilidad de ciertas medidas de prevención en galerías mineras clandestinas”. Hoy, la historia se repitió y las palabras se las llevó el viento.

Lo que sucede en Zaruma es solo un llamado de atención para tomar medidas urgentes. De no corregir los problemas, el pronóstico es muy pesimista, ya que existen al menos tres puntos que mantienen a la zona en riesgo:

  • Inestabilidad en el casco urbano de Zaruma por factores internos, generados a partir de galerías interiores (minas debajo de la ciudad). Estas, al perder los pilares de seguridad, provocarían agrietamientos o colapsos en la superficie.
  • Zonas en superficie afectadas por condiciones topográficas propias de Zaruma, relacionado a una litología arcillosa o roca poco cohesionada, inclusive zonas de relleno, sobre las cuales se asientan obras civiles.
  • Mineros ilegales que aprovechan galerías antiguas ocasionando daños bajo Zaruma.

Al cierre de esta edición, las obras de remediación que se desarrollaron en el casco urbano de Zaruma fueron constatadas en sitio por los integrantes de la Comisión de Biodiversidad y Recursos Naturales de la Asamblea Nacional, durante un recorrido técnico liderado por el Viceministro de Minas. La autoridad explicó a los legisladores los avances de los trabajos en el subsuelo y en la superficie, que se desarrollan en tres fases: la primera constituye la estabilización del socavón en la avenida Colón que se extiende desde el Municipio hasta la escuela La Inmaculada. La fase 2 comprende una solución integral desde la escuela La Inmaculada hasta el Coliseo Municipal y la fase 3 que integra acciones desde el Municipio hasta la calle Gonzalo Pizarro.

Los asambleístas recorrieron alrededor de 900 metros de la mina San Antonio, donde observaron las condiciones geológicas del lugar y las labores que se realizan para la estabilización del socavón. Los trabajos según las autoridades, se cumplían acorde al cronograma para prevenir futuros hundimientos. Destacó el 100% de cumplimiento en la construcción de tapón 1 bajo el subsuelo de Zaruma que servirá como barrera y soporte del relleno que se realiza en la zona.

Además, existía un avance del 65% en el perfilamiento y colocación de mallas microsoldadas que son cubiertas con hormigón para estabilizar los taludes en las paredes del socavón. En total debían colocarse 71 micropilotes que servirán para sostener el terreno, en la zona del deslizamiento ocurrido en diciembre de 2021.

Al finalizar el recorrido, el presidente de la Comisión de Biodiversidad, Washington Varela destacó el accionar e intervención desarrollada por el personal técnico de la Agencia de Regulación y Control de Energía y Recursos Naturales no Renovables (ARCERNNR), el Instituto de Investigación Geológico y Energético (IIGE) que cuenta con el apoyo del Cuerpo de Ingenieros del Ejército, encargados de estabilizar los taludes y el relleno del suelo en el socavón.

Para el desarrollo y ejecución de la estrategia se contó con el apoyo de consultores locales y docentes de la Universidad Central del Ecuador. A este esfuerzo conjunto se suma el aporte de la Cámara de Minería de Zaruma y de la Cámara de la Pequeña Minería del Ecuador, quienes financiaron la mano de obra local, contratada para los trabajos de traslado de material y construcción del tapón de 3.26 metros.

Por su parte, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército, con 25 técnicos, trabajaron en la estabilización en superficie y en la colocación de malla, varilla en el talud sur, donde también se perforan drenes para el agua.

El área de Geotecnia y Geología del Instituto de Investigación Geológico y Energético (IIGE) continúa el levantamiento de información en las viviendas e infraestructuras aledañas al socavón, con el objetivo de identificar nuevas grietas o fisuras. En tanto, la Agencia de Regulación y Control de la Energía y los Recursos Naturales No Renovables (ARCERNNR) se mantiene en el sitio con operativos, inspecciones y el desarrollo de planes de cierres técnicos de mina.

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