Tatiana Moreira Vera mineria industria del ecuador ingenieria en minas

Desde que vio y vivió la minería quiso dedicarse a esto

La Ingeniera de Minas guayaquileña, Tatiana Moreira Vera, con solo 25 años, tiene muy clara la situación de la industria en el Ecuador. Aunque considera que aún está en pañales, confía en que eso cambiará en el mediano plazo. Hace un llamado a las nuevas generaciones a seguir carreras técnicas y dejar el confort que permite ahora la tecnología.  Además, es una fuerte impulsora de la equidad de género en la industria.

Cuando se graduó del colegio, le pasó lo que a muchos: no saber qué carrera elegir. La única sutil diferencia con la guayaquileña Tatiana Moreira Vera, era que los recursos naturales le llamaba mucho la atención. Esa era una señal. En la dinámica del entonces Senescyt, aplicó a las carreras de Petróleos y a la de Minas, porque, según ella, sabía que esos recursos son base fundamental para el desarrollo de un país y son parte importante del Producto Interno Bruto (PIB). Salió Minería.

“Entré a estudiar Ingeniería de Minas, en la Facultad de Ingeniería en Ciencias de la Tierra de la Escuela Politécnica del Litoral (Espol). Al cursar las primeras materias, cuando hacíamos más visitas de campo, para ver los yacimientos geológicos ahí me dije: ‘definitivamente esto es para mí’. Me gusta mucho la naturaleza y saber que desde el ámbito de la explotación se puede trabajar en pro de ella para no contaminarla y para que las operaciones se las lleve de la mejor manera”.

Después de salir de la universidad, la segunda de tres hermanas, se dedicó a apoyar al área de análisis de posgrados en la Espol, trabajando de la mano con el programa de las Naciones Unidas. Luego estuvo un tiempo en Pasaje, en una mina subterránea. Pero desde febrero de este año, finalmente será parte formalmente de la industria que tanto le gusta. Será supervisora de cantera en un proyecto a cielo abierto, en la Vía a la Costa, de la empresa Logimin, de Mamut Andino.

“Lo que me atrae de la minería es que es un campo muy amplio y una se puede desarrollar y especializar, están las operaciones, el diseño, la planificación, la planta, el cierre de minas. Me agrada un poco más la parte de diseño, me especializo en el software, el diseño, la planificación, el análisis financiero y saber en qué punto un proyecto resulta económicamente factible. Para mí, la minería es algo de grandes ligas, ver cómo se manejan grandes cantidades de inversión, que no solamente son buenas para las empresas sino son buenas para el Estado. Eso me llamó la atención, porque son industrias muy necesarias para el desarrollo. La minería es una carrera que permite a la persona conocer a todo su país, la parte geológica, la riqueza de recursos”.

A sus 25 años, esta joven profesional está llena de ganas de comerse el mundo minero. De carácter muy sociable, ama viajar, salir con sus compañeros, conversar y hablar sobre temas, a veces controversiales, a veces espirituales o a veces más reflexivos. Como el de participación de las mujeres en una actividad históricamente destinada para los hombres.

“Es desafiante para nosotras, como mujeres, porque suele ser difícil que escojamos este tipo de carreras técnicas, tenemos una idea mal infundada de que es para hombres, cuando no es así. Tenemos que romper esos paradigmas y demostrar que con nuestra capacidad intelectual y también física podemos ser iguales e incluso mejores que profesionales masculinos. Desde que ingresé a la minería, vi que una tiene que sobresalir, tiene que dar un plus más que nuestros compañeros varones, porque hay que dejar en la memoria de la persona interesada o de la empresa que nuestro perfil va a ser igual. Eso es lo que yo les explicaba a mis compañeras cuando nos graduamos, que nosotras como mujeres debemos tener un mejor currículo que ellos o más experiencia que ellos, para que recién se nos tome en cuenta para el mismo puesto. Por eso, desde que estudiaba he intentado sobresalir. Otra de las desventajas que enfrentamos es el de las situaciones de trato diferente, especiales o, incluso, cierto tipo de acoso, pero está en una no permitir que esto se repita o suceda y trabajar de la mano con los departamentos pertinentes para que esto se elimine por completo. Y, por último, para este tipo de trabajo no solo hay que ser fuerte físicamente, sino mentalmente, porque se trata con muchos varones que a veces no están acostumbrados a que una mujer les dé una orden o les indique en qué pueden mejorar o cómo deberían cambiar los procesos. Hay que ser muy asertiva, pero a la vez muy correcta, muy firme en lo que dice, para que su opinión sea considerada, ni siquiera realizada, solo considerada”.

Aunque recién su carrera profesional empieza, Moreira tiene un sueño muy ambicioso. Primero, le gustaría convertirse en una de las pocas mujeres, por no decir una de las primeras jefas, de una mina o tal vez de alguna planta, ser la que se encarga de todo. Y segundo, le gustaría llegar a la parte de gerenciamientos, de representación, y ser la que negocie, la que habla con empresas de otros países. Le gustaría ser parte de una Directiva o de una Asociación que trabaje en general por la minería y, en particular, por la mujer.

“Siento que Ecuador todavía está en pañales en la minería. En el 2021 tuve la oportunidad de viajar a México para un encuentro académico con colegas de Chile, Perú, México y Brasil. Ellos hablaban  del número de estudiantes que tienen por cada promoción o el número de proyectos a gran escala, el tipo de software que manejan, hasta incluso las leyes estatales referentes a la minería, ahí es cuando una se da cuenta de que en Ecuador estamos todavía en los pasos iniciales. Sin embargo, también veo un futuro muy prometedor y sé, y tengo fe, que el Ecuador va a ser en el mediano plazo una de las potencias en minería, porque tenemos yacimientos minerales escondidos que esperan ser descubiertos”.

Sobre el interés de las nuevas generaciones en la minería, Moreira considera que, lamentablemente, en general, tienen otro enfoque, que apuntan a un trabajo remoto, horas bien pagadas, con todos los beneficios. “Quizás sea fácil y genere más ingresos, pero habrá un momento en el que el país se quedará sin profesionales técnicos, porque ya las generaciones nuevas no están interesadas en el campo. Yo creo que es ahí donde la academia y nosotros también como profesionales debemos iniciar una campaña de difusión, incluso hasta con el gobierno, por medio de la televisión, las redes sociales, para involucrar a los jóvenes en proyectos técnicos, que comiencen a sentir ese interés por las matemáticas, por la física, por la química, por los temas mineros”.

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